El tipo de parto, ya sea vaginal o por cesárea, dependerá de cómo se desarrolle el embarazo y de varios factores médicos.

Cuando la mujer alcanza el octavo mes de embarazo, el ginecólogo examina si el bebé está bien posicionado para el parto o si es más recomendable optar por una cesárea. Además, se considerarán otros aspectos como los riesgos para la salud de la madre y el bebé. Si se presentan contracciones regulares cada tres minutos o si se llega al final de las 42 semanas, es el momento de ir al hospital. En algunos casos, una cesárea se programa cuando se anticipa que el parto vaginal no será posible.

En el caso de un parto vaginal, la mujer necesitará dilatar unos diez centímetros antes de poder comenzar a empujar. Para ello, se realiza una punción lumbar, conocida como epidural, que adormece desde la cadera hacia abajo. La epidural es una opción voluntaria, pero generalmente se recomienda ya que es un procedimiento muy seguro tanto para la madre como para el bebé. Los riesgos y efectos secundarios son mínimos, y permite a la madre descansar un poco durante el proceso de parto, lo cual puede ser muy beneficioso. Es importante que la paciente esté muy tranquila y no se mueva durante el procedimiento, ya que podría ser riesgoso. Es aconsejable que la mujer le pida al anestesista que avise antes de realizar la punción.

Tanto en el parto vaginal como en la cesárea se utiliza la epidural para aliviar el dolor. Después del parto, la madre generalmente se recupera en dos o tres días. A las seis horas, podrá orinar por primera vez. Si se realizó una episiotomía, que es una incisión en los genitales para proteger el perineo, habrá que tener cuidado con los puntos. Hoy en día, la episiotomía, los fórceps y la ventosa se utilizan con menos frecuencia, ya que conllevan algunos riesgos, como lesiones al bebé.

En cuanto a la cesárea, se realiza en casos como cuando el bebé no está bien posicionado (por ejemplo, si viene de nalgas), cuando hay urgencias médicas o si se detectan problemas con el cordón umbilical. La cesárea se realiza a través de una incisión en la parte inferior del abdomen, cerca de la línea del bikini. Después de abrir las capas de piel y músculo, se rompe la bolsa amniótica y se extrae al bebé.

La recuperación tras una cesárea suele ser más larga, alrededor de cinco días, y la subida de leche tarda unos tres días, en comparación con el parto vaginal, donde la subida de leche generalmente ocurre al segundo día.

Ambos tipos de parto son dolorosos y pueden ser traumáticos tanto para la madre como para el bebé. Sin embargo, el momento en que el bebé se coloca sobre el pecho de la madre es único y mágico, creando un vínculo especial e irrepetible. El padre también vive este momento con mucha emoción, aunque es común que algunos se sientan mareados o incluso lleguen a desmayarse, ya que el bebé, al nacer, puede estar cubierto de sangre y de una sustancia llamada vérnix caseosa, que protege su piel en el útero.

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