El embarazo requiere un seguimiento médico exhaustivo para garantizar el bienestar tanto de la madre como del bebé en desarrollo. Este seguimiento incluye pruebas y revisiones en distintas etapas de la gestación.
Primera visita prenatal
En la primera consulta tras confirmar el embarazo, el médico realizará un control general:
- Presión arterial, peso y talla para establecer una base de referencia.
- Analítica de sangre y cultivo de orina, con el objetivo de descartar infecciones, anemia, diabetes o enfermedades como toxoplasmosis y rubéola.
En esta etapa, se planifica el calendario de revisiones. En la sanidad pública suelen programarse unas seis visitas, mientras que en la sanidad privada el seguimiento puede ser más frecuente y detallado.
Ecografía de las 11-13 semanas
Una de las pruebas clave es la ecografía del primer trimestre, que se realiza alrededor de las 11 semanas:
- Se evalúa el tamaño del feto para determinar su edad gestacional.
- Se mide el pliegue nucal, un indicador importante para detectar posibles anomalías genéticas como el síndrome de Down o el síndrome de Edwards (una condición con alta mortalidad).
- Se recomienda realizar una analítica de diagnóstico prenatal, que detecta con alta precisión alteraciones genéticas y cromosómicas.
Revisión de las 20 semanas
Esta revisión es una de las más completas e importantes:
- Se realiza una prueba de tolerancia a la glucosa para descartar diabetes gestacional en la madre.
- Se lleva a cabo una ecografía detallada para examinar todos los órganos del feto y confirmar su correcto desarrollo. También se verifica la presencia de todos los dedos en las manos y los pies.
Revisiones posteriores
A partir de la semana 28-30, las consultas médicas serán cada dos semanas, aumentando a revisiones semanales desde la semana 38. Estas visitas incluyen:
- Controles de crecimiento y maduración del bebé.
- Evaluación de la posición fetal (si está encajado en la pelvis).
- Revisión de la dilatación cervical y del estado del tapón mucoso.
Últimas semanas y parto
El embarazo se considera a término hasta las 42 semanas. Si no se producen contracciones espontáneas ni se rompe la bolsa amniótica, se procederá a una inducción del parto con oxitocina, una hormona que estimula las contracciones uterinas.
Este completo seguimiento médico asegura que tanto la madre como el bebé reciban la atención necesaria para un embarazo saludable y un parto seguro.
