Una vez una mujer se convierte en madre, es común saber, que toda su vida cambia un giro de 180 grados. Las hormonas, el postparto, la falta de sueño, la alta demanda del bebé hacen que una mujer enfrente desafíos físicos y emocionales significativos. Esta nueva etapa requiere adaptarse a un ritmo de vida diferente, donde el bienestar del bebé se convierte en prioridad
Las madres a menudo experimentan una mezcla de alegría y agotamiento, y necesitan encontrar un equilibrio entre cuidar de sus hijos y cuidarse a sí mismas. En este caso, nos referimos a las madres y no a los padres porque, en familias heterosexuales, generalmente es la madre quien se queda al cuidado del bebé.
Una vez que se ha regulado esta situación, es crucial que las mujeres encuentren momentos para ellas solas. Es muy difícil dedicar tiempo a una misma, ya que durante los primeros meses el cuidado del bebé es esencial casi al 100%.
El trabajo de una madre es normalmente 24 horas al día, 7 días a la semana. No hay desconexión ni tiempo para realizar las tareas básicas de una persona. Las madres están presentes en todo momento.
Además, las madres sufren preocupaciones constantes, como el temor a la muerte súbita del lactante y otros innumerables problemas. A esto se suman las tareas del hogar y las visitas de familiares y amigos, lo que puede aumentar aún más la carga.
Cuando el bebé se vuelve más autónomo, la madre puede encontrar más espacio para ella misma. Delegar algunos momentos del cuidado de los hijos al padre o a un familiar permite que la madre tenga tiempo para reconectar con su propia identidad. A veces, ceder parte de la crianza puede ser difícil por diversas razones, como la culpabilidad o el apego. Sin embargo, es importante realizar una desconexión de la rutina. Este tiempo personal es beneficioso para la salud mental y el bienestar general.
Sabemos que no es fácil encontrar tiempo para uno mismo, pero la propuesta de este post es hacerlo despacio, sin prisas. Probar a realizar pausas cada vez más largas, desde unos minutos hasta períodos más extendidos, puede allanar el camino para volver a conectarse con actividades placenteras. Desde una salida para cenar con amigos hasta una cita en el cine con la pareja, cada pequeño paso es un logro que contribuye al bienestar mental de la madre.
Los familiares, amigos incluso la pareja deben ayudar a la madre, mostrarle comprensión sin juzgarla, brindando compañía sin consejos no solicitados. El papel del padre es fundamental para dar todo el soporte a la madre, ya que ella desempeña casi todo el tiempo al cuidado de los hijos.
Es fundamental recordar que el postparto es un periodo transitorio que conlleva grandes altibajos emocionales, sumados a la recuperación física del cuerpo y al desafío de cuidar a un recién nacido totalmente dependiente de la madre. Esta etapa es muy sensible y puede aumentar el riesgo de experimentar trastornos como la depresión posparto, que va más allá de la simple tristeza y puede tener un impacto significativo en la salud mental de la madre.
Por lo tanto es crucial que la pareja esté presente y sea solidaria durante el periodo posparto. Pueden ayudar a la madre ofreciéndole apoyo emocional y físico, asumiendo tareas domésticas y de cuidado del bebé, y alentándola a buscar ayuda profesional si es necesario. Además, es importante que la pareja comprenda los desafíos del posparto y esté dispuesta a escuchar y validar los sentimientos de la madre. Trabajar juntos como equipo puede fortalecer la relación y brindar el apoyo necesario durante este momento tan delicado y significativo. Darle un tiempo para que se pueda asear con calma, peinarse o si quiere maquillarse es muy valuoso.