Durante mucho tiempo, el rol de la madre fue el de cuidadora exclusiva del hogar y los hijos, un papel que no daba lugar a cuestionamientos porque era prácticamente la única opción socialmente aceptada. Sin embargo, el mundo ha cambiado; el trabajo y la vida familiar han evolucionado, y muchas mujeres ahora deben equilibrar roles laborales y familiares. El desafío es que las expectativas tradicionales siguen existiendo, y a veces, se juzga a las madres por no cumplir con esa imagen idealizada.
Poco a poco la mujer se ha ido incorporando en el mundo laboral y se ha encontrado con varios probemas. Cada vez más se prolonga el tiempo de tener el primer hijo. Esto tiene como consequencia dificultades de fertilidad. Después al tener el primer hijo, sólo se obtienen 4 meses de baja maternal, aqui en españa. La OMS recomienda dar sólo pecho los primeros 6 meses de vida. Ya empieza el primer inconveniente. Al quinto mes la mujer ya debe incorporarse en el trabajo, pedirse una excedencia si se la conceden, pedirse media jornada o prescindir del trabajo. Todas las opciones serán juzgadas por la sociedad, y en primer termino por la madre misma. Si la madre vuelve a trabajar y deja a su criatura en manos de familiares o un jardín de infancia se va a sentir tremendamente culpable ¿por qué?, todos sabemos que esa criatura, a quien necesita al 100% es a su madre. Su olor, su voz, su alimento es su madre. Pero aqui no queda el problema. Si la mujer prefiere quedarse con su bebé, tendrá otros problemas a confrontarse. La madre va a sentir una inmensa culpa por no aportar economía en la familia. Y la sociedad la verá como una mujer no empoderada, y una mujer mantenida. Cosa que no es así. La decisión debería de ser respetada por todo el mundo. Sin juzgar su maternidad. Ya no vamos a entrar en el tema de la culpabilidad en consejos, educación, alimentación, tiempo de calidad etc. Todos los actos de la mujer al convertirse en madre van a ser vistos en lupa.
Solo se debería respetar sus decisiones que se han tomado con mucha cautela y con todo su pesar decide una opción.
Normalizar la idea de que cada familia es única y tiene sus propias necesidades podría reducir significativamente la carga emocional y la culpa que sienten tantas madres.