Es cada vez más común el término «niñofobia» o el temor a los niños, y es cada vez más frecuente escuchar a personas expresar su preferencia por no estar cerca de niños. En particular, en las redes sociales, muchas personas discrepan sobre la presencia de niños en ciertos lugares. Independientemente de las opiniones a favor o en contra, en esta publicación se analizarán los argumentos que respaldan y los que se oponen a esta cuestión.
Eventos especiales
Hoteles y restaurantes
Comercios
Casas particulares
Viajes en aviones, trenes, etc.
En cuanto a eventos especiales, podemos observar, por ejemplo, que en algunas bodas no se permite la entrada de niños. Esta cuestión es compleja y admite múltiples opiniones válidas. Desde la perspectiva de los novios que eligen no permitir la entrada de niños en sus eventos, se entiende que, debido a la naturaleza activa de los niños, pueden volverse inquietos, aburrirse o incluso causar ciertos problemas, como romper algo.
Un ejemplo personal relacionado con este tema es el recuerdo de que, en mi propia boda, mis sobrinos pequeños abrieron los grifos de los baños, lo que resultó en que el encargado cerrara el agua, impidiéndonos ducharnos esa noche, ya que nos alojábamos en el mismo lugar.
La decisión de permitir o no la presencia de niños en una boda es altamente individual y puede depender de factores como la relación de parentesco, la edad de los niños y otros. Es comprensible que los niños muy pequeños pueden dificultar que sus padres disfruten del evento, pero negarles la asistencia a bodas de familiares cercanos parece subjetivamente incorrecto, ya que, aunque sean niños, siguen siendo personas y, si tienen edad suficiente, deben ser considerados para asistir a eventos familiares. También se puede optar por ser flexible y permitir que asistan a la ceremonia y la recepción, abandonando la fiesta cuando sea tarde.
Todo depende de numerosos factores, pero es esencial que los niños se sientan integrados en la familia y en los eventos familiares. La vida es una experiencia de aprendizaje, y la participación de los niños, en mayor o menor medida, en los acontecimientos familiares es beneficiosa. Lo mismo ocurre en el caso de un funeral. La decisión de llevar a un niño a un funeral dependerá de cada familia, pero no negarle a un hijo mayor la oportunidad de despedirse de un ser querido puede ser importante para fortalecer su conexión emocional. Estamos hablando de una franja de edad en la que se pueden tener conversaciones y ofrecer a los niños la posibilidad de decidir cómo despedirse.
En cuanto a hoteles y restaurantes, muchos establecimientos establecen reglas que prohíben la entrada de menores. Incluso algunos hoteles cuentan con parques acuáticos y permiten mascotas. En estos casos, se incluyen hoteles de lujo que buscan ofrecer intimidad a sus huéspedes. Es comprensible que, en estas situaciones, no se permita la entrada a menores. Además, parece lógico que algunos hoteles con servicios de spa solo acepten a adultos. Es comprensible que algunas parejas deseen cenar en restaurantes tranquilos y que busquen la seguridad de no encontrar niños en estos lugares. Afortunadamente, hay una amplia variedad de hoteles y restaurantes que se adaptan a las necesidades de las familias.
En cuanto a los comercios, cada vez es más común escuchar que algunos lugares no permiten la entrada de menores. No estamos hablando de casinos, bingos o lugares para fumadores, sino de algunos establecimientos comerciales, como peluquerías. En redes sociales, se han compartido videos en los que propietarios de peluquerías expresan su deseo de no tener niños en su establecimiento, citando incidentes en los que niños han causado daños. Aunque estos ejemplos extremos no justifican la prohibición generalizada de la entrada a los niños, es importante destacar que todos los niños son diferentes, y su comportamiento depende de su crianza. A veces, no queda más remedio que llevar a los niños a la peluquería, ya que muchas familias no tienen con quién dejarlos. Deberíamos mostrar empatía, notificar a los padres si ocurre algo y permitirles tomar las medidas adecuadas. Negar la entrada a los padres irresponsables podría ser una solución más justa.
En el caso de las casas particulares, algunos propietarios prefieren no tener visitas de niños. Los motivos pueden variar, desde no sentir afinidad por los niños hasta preocupaciones por la seguridad de objetos frágiles o la limpieza. En estos casos, los padres pueden optar por no llevar a sus hijos a estas casas o, simplemente, no asistir. En este contexto, la decisión de los propietarios de no permitir la entrada de niños es absoluta y no está sujeta a debate.
En cuanto a los viajes en avión, todos hemos experimentado la situación de un niño llorando, pataleando, etc. Es una situación incómoda, pero lo es para todos los pasajeros. Los padres hacen todo lo posible para calmar a sus hijos en estas situaciones, pero a veces, los niños pueden estar experimentando malestar o incomodidad que no pueden expresar de otra manera. La empatía y la comprensión de los demás pasajeros pueden ayudar a crear un ambiente más tolerante y comprensivo en el avión. Por suerte, hay tapones para los oídos y otros recursos para minimizar la molestia. No debemos olvidar que los niños tienen tanto derecho a viajar como los adultos y que, en muchos casos, los padres hacen todo lo posible para mantener a los niños tranquilos.
En resumen, los niños son una parte natural de la vida y deben ser aceptados en la sociedad y en los eventos familiares. La crianza y la educación son fundamentales para que los niños se comporten de manera adecuada en diferentes situaciones. La empatía y la comprensión de los adultos pueden contribuir a que los niños se sientan bienvenidos y respetados. Recordemos que todos fuimos niños en algún momento, y la paciencia y la comprensión son esenciales al tratar con los más jóvenes.»